Comentario
Capítulo veinte y uno
Que habla de muchos dioses imaginarios, a los cuales todos llamavan tlaloques
A todos los montes eminentes, especialmente donde se arman nublados para llover, imaginavan que eran dioses y a cada uno de ellos hazían su imagen, según la imaginación que tenían de ellos. Tenían también imaginación que ciertas enfermedades, las cuales parecen que son enfermedades de frío, procedían de los montes, o que aquellos montes tenían poder para sanallas; y aquellos a quien estas enfermedades acontecían, hazían voto de hazer fiesta y ofrenda a tal y tal monte de quien estava más cerca o con quien tenía más devoción. También hazían semejante voto aquellos que se vían en algún peligro de ahogarse en el agua de los ríos o de la mar.
Las enfermedades por que hazían estos votos era la gota de las manos o de los pies, o de cualquiera parte del cuerpo; y también el tullimiento de algún miembro o de todo el cuerpo; y también el embaramiento del pescuezo o de otra parte del cuerpo, o encogimiento de algún miembro o el pararse yerto. Aquellos a quien estas enfermedades acontecían, hazían voto de hazer las imágenes de estos dioses que se siguen: del dios del aire, la diosa del agua, y el dios de la lluvia. También la imagen del vulcán que se llama Popucatépetl, y la imagen de la Sierra Nevada y la imagen de un monte que se llama Poyauhtécatl, o de otros cualesquier montes a quien se inclinavan por su devoción.
El que havía hecho voto a alguno, a algunos montes o de estos dioses hazía su figura de una massa que se llama tzoalli, y poníalos en figura de personas; no lo hazía él por sus manos, porque no le era lícito, sino rogava a los sátrapas, que eran en esto experimentados y para esto señalados, que le hiziessen estas imágines a quien havía hecho voto. Los que las hazían, poníanles dientes de pepitas de calabaça, y poníanles en lugar de ojos unos frixoles negros que son tan grandes como havas, aunque no de la misma hechura, y llámanlos ayecutli; en los demás atavíos poníanselos según la imagen con que los imaginan y pintan: al dios del viento como a Quetzalcóatl, al agua como la diosa del agua, a la lluvia como al dios de la lluvia, y a los otros montes según las imágines con que los pintan. Después de hechas estas imágines, ofrezíanles papel de lo que ellos hazían, y era que un pliego de papel le echavan muchas gotas de la goma que se llama ulli, derretido; hecho esto, colgavan al cuello de la imagen el papel de manera que le cubría desde los pechos abaxo, y con el remate de abaxo arpavan el papel. También ponían estos mismos papeles goteados con ulli y colgados de unos cordeles delante de las mismas imágenes, de manera que los papeles estavan asidos los unos de los otros, y meneávalos el aire porque estavan los cordeles en que estavan colgados atados a las puntas de unos barales o báculos que estavan hincados en el suelo, y de la una punta del uno a la punta del otro estava atado el cordel o mécatl.
Ofrezían ansimismo a estas imágenes vino o uctli o pulcre, que es el vino de la tierra, y los vasos en que lo ofrezían eran de esta manera. Hay unas calabaças lisas, redondas, pecosas, entre verde y blanco o manchadas, que las llaman tzilacayutli, que son tan grandes como un gran melón; a cada una de éstas partíanla por la mitad y sacávanle lo que tenía dentro y quedava como una taça, y henchíanla del vino dicho, y poníanlas delante de aquella imagen o imágines, y dezían que aquellos eran vasos de piedras preciosas que llaman chalchíuitl. Todas estas cosa dichas hazían los sátrapas que eran experimentados o estavan señalados para estos sacrificios. La otra gente no usavan hazer esto, aunque fuesse para en su casa.
Después de hechas las imágenes, aquellos por cuyo voto se hazían combidavan a los sátrapas para el quinto día; después de hechas las imágenes, se havía de hazer la fiesta. Y llegado el quinto día [pasavan] aquella noche velando, cantando y bailando a honra de aquellas imágines y de los dioses que representavan. Y aquella noche ofrezían cuatro vezes tamales, que son como unos pastelejos redondos hechos de maíz, a los que cantavan y bailavan, que eran los sátrapas que havían hecho estas imágines y otros combidados para esta fiesta. A todos davan comida cuatro vezes en aquella noche, y todas cuatro vezes tocavan instrumentos musicales, los que ellos usavan que eran silvos que hazen metiendo el dedo muñique en la boca y tocando caracoles y flautas de las que ellos usavan. Esto hazían unos moços juglares que usavan de hazer esta música, y también a éstos les davan comida. Esto se hazía cuatro vezes en esta noche; en amaneciendo, los sátrapas descabeçavan aquellas imágines que havían hecho de massa; descabeçávanlos torciéndolos las cabeças, y tomavan toda aquella massa y llevávanla a la casa donde estavan todos juntos los sátrapas, que se llamava calmécac. Y aquellos por cuyo voto se havían hecho aquellas imágenes entrávanse luego donde estavan sus combidados, estavan con ellos todo aquel día, y a la tarde de par de noche bevían todos los viejos y viejas vino que se llama pulcre o uctli, porque éstos tenían licencia de bever este vino, y después que ya estavan medio borrachos, o del todo, se ivan para sus casas. Unos de ellos ivan llorando, otros ivan haziéndo[se] fieros como valientes y bailando y pompeándose, otros ivan reñiendo unos con otros.
Los que hazían esta fiesta combidavan y apercebían para ella a los taberneros que hazían el pulcre y exhortávanlos para que hiziessen buen vino, y los taberneros procuravan de hazer bien su vino. Y para esto se abstenían cuatro días de llegar a muger ninguna, porque tenían que si llegassen a muger en aquellos días, el vino que hiziessen se havía de azedar y estragar. Absteníanse ansimismo aquellos días de bever el pulcre, ni la miel de que se haze, ni aun mojando el dedo en ella lo llegava[n] a la boca hasta en tanto que el cuarto día se encetase con la cerimonia que arriba se dixo.
Tenían por agüero que si alguno bevía, aunque fuesse muy poco, antes que se hiziesse la cerimonia del abrimiento de las tinajas, como arriba se dixo, que se le havía de torcer la boca hazia un lado en pena de su pecado. Dezían también que si alguno se le secava la mano o el pie, o temblava, o se le acucharava la mano o el pie, o le temblava la cara, o le temblava la boca o los labios, o si entrava en él algún demonio, todo esto dezían que acontecía porque estos dioses de que aquí se trata se havían enojado contra él.
Después de acabada la fiesta, otro día luego de mañana, el que havía hecho la fiesta juntava a sus parientes y a sus amigos y a los de su barrio, con todos los de su casa, y acabavan de comer y bever todo lo que havía sobrado de la fiesta; a esto llamavan apeoalo, que quiere dezir "añadidura a lo que estava comido y bevido"; ninguna cosa quedava de comer ni de bever para otro día.
Dezían que los gotosos, haziendo esta fiesta, sanavan de la gota o de cualesquiera de las enfermedades que arriba se dixeron; y los que havían escapado de algún peligro con hazer esta fiesta cumplían con su voto. Acabada toda la fiesta, los papeles y adereços con que havían adornado estas imágenes, y todas las vasijas que havían sido menester para el combite, tomávanlo todo y llevávanlo a un sumidero que está en la laguna de México que se llama Pantitlan, y allí lo arrojavan todo.
Capítulo veinte y dos
Que habla del dios llamado Tezcatzóncatl, que es uno de los dioses del vino
El vino o pulcre de esta tierra siempre [en] los tiempos passados lo tuvieron por malo por razón de los malos efectos que de él se causan, porque los borrachos unos de ellos se despeñan, otros se ahorcan, otros se arrojan en el agua donde se ahogan, otros matan a otros estando borrachos; y todos estos efectos los atribuían al dios del vino y al vino, y no al borracho. Y más tenían, que el que dezía mal de este vino, o murmurava de él, le havía de acontecer algún desastre; lo mismo de cualquiera borracho, que si alguno murmurava de él, o le afrontava, aunque dixesse o hiziesse mil vellaquerías, dezían que havía de ser por ello castigado, porque dezían que aquello no lo hazía él sino el dios, o, por mejor dezir, el diablo que estava en él que era este Tezcatzóncatl, o alguno de los otros.
Este Tezcatzóncatl era pariente o hermano de los otros dioses del vino, los cuales se llamavan, uno Yiauhtécatl, otro Acoloa, otro Tlilhoa, otro Pantécatl, otro Izquitécatl, otro Tultécatl, otro Papáztac, otro Tlaltecayooa, otro Umetuchtli, otro Tepuztécatl, otro Chimalpanécatl, otro Colhoatzíncatl.
De lo arriba dicho se colige claramente que no tenían por pecado aquello que hazían estando borrachos, aunque fuessen gravíssimos pecados, y aun se conjectura con harto fundamento que se emborrachavan por hazer lo que tenían en su voluntad, y que no les fuesse imputado a culpa y se saliessen con ello sin castigo. Y aún agora, en el cristianismo, hay algunos o muchos que se escusan de sus pecados con dezir que estavan borrachos cuando los hizieron, y esto con pensar que el opinión errónea que tenían de antes corre también en el cristianismo, en lo cual están muy engañados y es menester avisallos de ello, assí en la confesión como fuera de ella.
Fin del libro
Comiença el apéndiz del primero libro, en que se confuta la idolatría arriba puesta por el testo de la Sagrada Escriptura, y buelta en lengua mexicana, declarando el testo suficientemente
Prólogo en romance
Vosotros, los habitadores de esta Nueva España, que sois los mexicanos, tlaxcaltecas, y los que habitáis en la tierra de Mechuacan, y todos los demás indios de estas Indias Occidentales, sabed que todos havéis vivido en grandes tinieblas de infidelidad e idolatría en que os dexaron vuestros antepasados, como está claro por vuestras escripturas y pinturas, y ritos idolátricos en que havéis vivido hasta agora. Pues oíd agora con atención, y entended con diligencia, la misericordia que Nuestro Señor os ha hecho por sola su clemencia, en que os ha embiado la lumbre de la fe católica para que conozcáis que El solo es verdadero dios, criador y redemptor, el cual solo rige todo el mundo. Y sabed que los errores en que havéis vivido todo el tiempo passado os tienen ciegos y engañados; y para que entendáis la luz que os ha venido conviene que creáis y con toda voluntad recibáis lo que aquí está escrito, que son palabras de Dios, las cuales os embía vuestro rey y señor que está en España y el vicario de Dios, Sancto Padre, que está en Roma; y esto es para que os escapéis de las manos del diablo en que havéis vivido hasta agora, y vais a reinar con Dios en el cielo.